El 99 por ciento de la música digital es ilegal


Por Lourdes Casanova

Bajar canciones de Internet, es un delito. Pablo Máscaro, especialista en propiedad intelectual, asevera que el desafío cultural es encontrar un nuevo modelo de negocio.
Horas frente a la computadora. Basta un “clik” para tener al alcance canciones de cualquier artista nacional o internacional. Un movimiento del mousse y listo. El Cd o el Mp3 se llenan de temas musicales que suenan hasta el cansancio, hasta que otro “clik” los cambie por otros nuevos, por aquellos que están esperando en la discográfica adentro de una caja de plástico que aguarda ser vendida y solventar los gastos de producción.Detrás del monitor que la gente mira confiada y del puerto USB que transfiere canciones de un sitio virtual a otro, se esconde una actividad ilegal, una transgresión de la que pocos -o casi nadie- son conscientes. Tan es así que el 99 por ciento de la música digital es ilícita en el país, conforme señaló el abogado Pablo Máscaro, quien brindó una conferencia acerca de los efectos de la “piratería” durante el Seminario Regional de derechos de propiedad intelectual que se realizó el jueves y viernes en el Hotel Sol de San Javier.A eso se suma la venta de música en soportes (CD o DVD): de cada diez de ellos hay seis por los cuales no cobra ni el productor ni el artista ni el autor, es decir, el 60 por ciento de la música que circula y se vende es ilegal. El último estudio que se hizo en el país da cuenta de que en 2007 se descargaron 650 millones de canciones de Internet.El gran desafío virtual“Lo que más preocupa es que el mundo digital ha traído al mismo tiempo una oportunidad única para la difusión de la cultura un desafío muy grande para que todos los titulares de derechos puedan obtener la paga que necesitan para que el circuito creativo se retroalimente”, explicó Máscaro al referirse a que un autor, un intérprete, los empleados de un productor de fonograma y el productor necesitan un ingreso para poder seguir invirtiendo en la creatividad.Por eso, resaltó que el gran desafío es encontrar un modelo de negocios que sea aceptado por un público cada vez más reacio y reticente a pagar y que se ha acostumbrado a querer obtener las prestaciones en forma gratuita. “Encontrar un modelo de negocios que sea amigable para el consumidor, que esté dispuesto a pagar por ello y que al mismo tiempo sea suficientemente rentable para que todos puedan obtener los ingresos para seguir produciendo cultura”, indicó.El tiempo que fueCon este incremento inusitado de la “piratería” en los últimos tiempos, se modificaron las pautas de rentabilidad para artistas y autores. Tanto que hace algunos años, según afirmó Máscaro, a un artista se le podía ofrecer un “adelanto de regalía” que estaba vinculado con las cifras esperadas de ventas, cosa que hoy no se puede hacer. “Esto hace que haya un empobrecimiento brutal de la cultura porque al haber menos presupuesto la gente empieza a apostar a lo que se considera seguro entre comillas y entonces hay menos chances de invertir en nuevos talentos, en proyectos más alternativos”, consideró el experto.Publicidad, una opción¿Cuál podría ser el modelo que lleve a que los consumidores paguen por la cultura y los artistas ganen? Máscaro aseveró que una posibilidad es la vinculación de las obras artísticas con el mercado publicitario, aspecto que ya ganó terreno en varios países de Europa. Pese a que destacó que no es el modelo de negocios ideal, es “rescatable”. “Siempre es mejor poder vender lo propio y no esperar el sponsor”, concluyó el especialista en propiedad intelectual.
Desde el Quijote
La piratería no es un fenómeno nuevo. Por el contrario, es antiquísimo. El especialista en propiedad intelectual y autor de numerosos libros de derecho de autor, Carlos Villalba Díaz, manifestó que a Miguel de Cervantes le dieron el privilegio de explotar su obra y al poco tiempo un autor plagió el Quijote de la Mancha. Con el Martín Fierro sucedió igual cuando un escritor decidió escribir años más tarde de la aparición del clásico gauchesco “La vuelta del Martín Fierro”. “Un país que no crea obras no tiene capacidad de crear su propia cultura, su identidad cultural. Si no lo tiene, es un país que va a tener una merma enorme de diversidad. Por eso es tan importante que haya creadores pero eso se complica cuando la gente no puede vivir de su trabajo, si los que escriben son sólo los que tienen familias con dinero. Si en cambio tenemos una cultura que puede vivir de su expresión, sí será democrática”, opinó Villalba.
Menos venta de CDs pero más entradas para recitales
Las actuaciones en vivo están en un momento óptimo en la Argentina y la cantidad de gente que acude a ver a los artistas se incrementó: la gente no gasta en un CD pero sí en un recital, lo cual es mucho más oneroso. “Eso quizá equilibra la piratería; no para los productores de fonograma pero sí para los intérpretes y autores. Compensa en parte la caída de la música grabada”, destacó Pablo Máscaro en diálogo con EL SIGLO.